miércoles, 30 de abril de 2008

Chicas malas (4): Verna Bernbaum


Verna no era un bellezón, sino algo mucho peor: una de esas mujeres capaces de agarrar a los hombres desde muy hondo, muy profundo, muy muy adentro. Y ésas son las hembras verdaderamente peligrosas; las que te hacen preguntarte qué demonios tendrán, qué darán a los hombres para tenerlos de tal manera y cantidad a sus pies.

Inexpresiva y tristona, Verna tenía, sin embargo, sentido del humor y solía dar alguna réplica simpática al duro de Tom Reagan:

VERNA: ¿No tienes nada más que hacer que perseguirme?
TOM: No, ahora me dedico a intimidar a débiles mujeres.
VERNA: Pues busca a alguna e intimídala.


Durante un tiempo a Verna se le presentó un dilema viejo como el mundo: tenía, por un lado, a un hombre mayor y poderoso, que la quería y le daría bienestar, pero al que ella no amaba; por otro, un hombre que la volvía loca; loca de amor y de odio a la vez, de pura pasión; un hombre que, estaba claro, le daría muy mala vida.

Verna no tuvo que reflexionar mucho: este segundo hombre (el duro de Tom, como ya habréis adivinado), metió la pata con ella, la fastidió y Verna no perdonó: se fue con el maduro y Tom se quedó sin los dos.

Aprended, chicas malas del mundo, de Verna, que tuvo la cabeza fría y el corazón de hielo y tomó la decisión adecuada. ¡Bien por Verna!


PELÍCULA:
Muerte entre las flores (Miller's Crossing, EEUU, 1990)
Directores: Joel y Ethan Coen
Intérprete: Marcia Gay Harden

lunes, 28 de abril de 2008

Una buena chica entre tanta chica mala

Merche, corazón, llevas días ilustrándonos convenientemente (y espero que lo sigas haciendo) sobre esa categoría de chicas malas que tanto nos alegran la vida y, por contraste, me ha venido a la cabeza una chica buena a la que conocí hace un par de años: Alejandrina Yolanda Jalisco (AY Jalisco para los amigos).

Alejandrina Yolanda Jalisco es fea, desgarbada, desgraciada en amores sin que ello la haga ser afortunada en el juego…

Alejandrina Yolanda Jalisco llegó a la ciudad de los rascacielos huyendo de una madre borracha y de un padre que la utilizaba como objeto sobre el que descargar su agresividad.

Alejandrina Yolanda Jalisco no sabe cómo llegó a convertirse en detective, sólo sabe que es un modo de vida como cualquier otro.

Alejandrina Yolanda Jalisco es hija de Carlos Trillo y del maestro del blanco y negro, Eduardo Risso.

Alejandrina Yolanda Jalisco es entrañable, tierna y un desastre con patas que se hace querer.

Alejandrina Yolanda Jalisco es una muchacha a la que, a pesar de todo, incluso de las negativas de mi Luigi, que no quiere saber más de críos, no dudaría en adoptar. Desde luego, tiempo para aburrirme no me iba a quedar demasiado.


CHICANOS 1: POBRE, FEA Y DETECTIVE
Autores: Carlos Trillo y Eduardo Risso
NORMA EDITORIAL
Colección: CÓMIC NOIR

sábado, 26 de abril de 2008

Se necesitan sicarios. Razón: aquí.

Por exceso en la producción, se necesitan sicarios para viajar, con urgencia, al norte de México.

Para mayor información, leer esta noticia: Al menos 14 muertos en varios enfrentamientos entre sicarios en Tijuana.

Los procesos de selección comenzarán ya.

viernes, 25 de abril de 2008

Chicas malas (3): Melanie Daniels


Melanie Daniels era una pija locuela y gamberreta, que es la única especie de pija que me cae bien a mí. Sus locuras y gamberradas rozaban en ocasiones lo delictivo y por eso la habían medio emplumado (pájaros; emplumar; qué juego de palabras más pésimo) alguna que otra vez. Nada grave; de eso se encargaba su poderosísimo e influyente papá.

La señorita Daniels era descaradilla y echá palante, para el gusto de la buena sociedad de San Francisco, claro, porque en mi barrio habría sido una ursulina. Con todo, no se cortaba un pelo si tenía que mentir como una bellaca para conseguir sus propósitos y sus propósitos se llamaban Mitch Brenner, abogado, buen chico y musculitos. Melanie se colgó de él porque le dio cañita y lo persiguió hasta la casa de su familia, tras conducir como una loca un descapotable y manejar un bote con motor fuera borda con abrigo de pieles, falda de tubo y tacones. Que es un puntazo, quieras que no.

Melanie no fue bien recibida en casa de Mitch. Éste tenía a su alrededor una fortaleza inexpugnable construida nada más y nada menos que por: a) una ex novia pasiva agresiva; b) una hermanita pequeña huerfanita; y c) una madre loba recién enviudada con cara de vinagre y horror a que su adorado hijito la dejase sola. La santa madre, lectora habitual de la prensa cotilla, conocía a Melanie porque el verano anterior la habían arrestado por bañarse desnuda en una fuente de Roma. No es ésa la mejor tarjeta de presentación ante una potencial suegra.

Para colmo, coincidiendo con su llegada a Bodega Bay, los pájaros del pueblecito y alrededores se vuelven locos, se dedican a atacar a indefensos humanos y ya hay quien relaciona tal hecho extrañísimo con la pérfida e infernal Melanie y su pasado escandaloso.

Pero toda mujer, por malévola y demoníaca que sea, se redime mediante el sufrimiento. Y a Melanie le tocó sufrir un rato. Las gaviotas chaladas la picotearon sin piedad en todo el cuerpo, menos en sus hermosos ojos perfectamente maquillados. Sólo así se ablandó el corazón de su feroz suegra y consiguió que le sonriera un poquillo.

Aprended, pues, de Melanie, chicas malas del mundo y sabed que la mujer que no sufre siempre es sospechosa y que si queréis haceros pasar por virtuosas, no tenís más que fingir que lo vuestro es na más que de sufril y que de sufril.


PELÍCULA:
Los pájaros (The birds, EEUU, 1963)
Director: Alfred Hitchcock
Intérprete: Tippi Hedren

martes, 22 de abril de 2008

Mafias norteñas

¡Qué razón tenía ese que dijo que “unos cardan la lana y otros llevan la fama! Y si no que se lo pregunten a Giorgio Pellegrini, ese terrorista italiano de extrema izquierda que huyo del país en los setenta tras matar a un guardia de seguridad en un atentado. Porque mucho hablan de nosotros, los sicilianos, o los calabreses, o las gentes del sur en general, pero ¡hay que ver como las gastan los del norte!


Después de pasar por varios países centroamericanos, participando en la guerrilla y descubriendo que, a su lado, sus ex compañeros italianos eran auténticos niños sin destetar; después de camelarse a algunas cuarentonas (se ve que tiene buen gusto el chaval) que le ayuden a sobrevivir; y después de pedir ayuda a otros exiliados en París cuando decide que ya lleva demasiados años oculto y tal vez sea la hora de reintegrarse en la sociedad, Pellegrini acepta un trato que, a cambio de varios años en prisión, le convertirá en un hombre rehabilitado.


Pero claro, no cuenta con las mafias del norte, las que operan en el Véneto disfrazadas de ilustres abogados o respetables hombres de negocios y, de paso, controlan el tráfico de drogas o la prostitución. Y no cuenta tampoco con que para volver a llevar una vida normal deberá pagar por favores realizados a un policía no sólo corrupto sino además deshonesto, lo que ya debe ser la leche. Y deberá refugiarse de nuevo en las cuarentonas que tanto le atraen. Y deberá volver a matar, desde luego. Porque si uno aspira a llevar una vida normal, en ocasiones son necesarios algunos desmanes sin importancia.


Y todo eso en el rico norte, no en el pobre sur dominado por los que siempre hemos tenido mal nombre. Pues eso, que lo de la lana y la fama.


Hasta nunca, mi amor

Massimo Carlotto

EMECÉ


jueves, 17 de abril de 2008

Chicas malas (2): Anabel Lorgnac


Con veinticinco añitos, Anabel Lorgnac ya había vivido un gran amor y ya había pasado por la cárcel.

Su amor se llamaba Marc y era de esa especie de idiotas irresistibles que te arrastran por el peor de los caminos, pero tú te dejas llevar porque sencillamente sientes que no puedes hacer otra cosa. Sé que sabéis de qué hablo.

Marc la metió, en fin, en un tiroteo contra la policía en el que el muchacho resultó muerto y ella, detenida y condenada.

Cuando salió de la cárcel, todavía tenía el corazón roto y vivía un poco en estado vegetal, entre un empleo cutre y un apartamento más cutre todavía, porque las chicas, cuando salen de la cárcel, y sobre todo cuando quieren cambiar de vida, lo pasan mal, pero que muy mal, porque los años de talego ocupan mucho espacio en el currículum y el mundo no está precisamente lleno de buenas gentes dispuestas a contratar a ex presidiarias. Dispuestas a explotarlas, en cambio, sí; de eso hay mucho.

Y, así, Anabel, que tenía sus estudios universitarios de Enfermería y había trabajado en hospitales públicos antes de entrar en prisión, se vio obligada a desperdiciar su valía y sus conocimientos haciendo piercings y tatuajes. Eso la puso en contacto con un mundo que ni sabía que existía. Bueno, en realidad, nadie sabe que ese mundo existe, excepto quienes lo habitan, precisamente porque se cuidan muy mucho de sacarlo a la luz. Para no meterme en problemas, hablaré con media lengua, sin que sirva de precedente, y diré solamente que la hipocresía humana oculta mucho y que, cuanto más hay que ocultar, mas afeites, cristales distorsionadores, joyas deslumbrantes y efectos de encandilamiento se necesitan.

Pero para Anabel todo cambió cuando conoció al señor Jacob.


NOVELA:
Thierry Jonquet: Ad vitam aeternam
Éditions du Seuil, 2002

lunes, 14 de abril de 2008

¿Autónomos o multinacionales?

Mi Luigi y yo firmamos hace años un documento por el que nos comprometíamos, por el bien de nuestra relación sentimental, a no traernos el trabajo a casa. O sea, yo no le hablo de mis suicidios y él no me da la vara con los matrimonios (otra forma de suicidio, pero mejor vista socialmente) que ayuda a disolver desde su despacho de abogado.

Pero es que una lee noticias como la que sigue y no puede dejar de comentarlo con el pariente, claro.

Dignitas desea extender suicidio asistido a personas depresivas. La organización espera beneficiarse de un vacío de las leyes helvéticas para extender este servicio.”

“Ya te dije que tu negocio se terminaría un día u otro”, me comenta Luigi, como quien no quiere la cosa, al enterarse del asunto. “Y cuando esto lo cubra la Seguridad Social, ni te cuento”. Y tiene razón el picapelitos, hay que joderse, tiene razón.

Y es que el segmento de mercado en el que han actuado hasta ahora empresas como Dignitas o los servicios de salud estatales de unos pocos países nunca ha sido mi segmento de mercado. Jamás he aceptado como cliente a una persona con una enfermedad terminal, pues en ese caso seguro que habría terminado haciendo el trabajo gratis, que bastante tienen los pobres con lo que tienen.

No, mis clientes son personas sanas que, por la razón que sea (nunca pregunto por qué alguien quiere encargar su propia muerte) han decidido irse al otro barrio y no tienen el valor necesario para hacerlo por sí mismos. El valor o los medios, que, como suelo decir, a ver quién es el guapo que tiene una viga a mano o una araña de esas de bronce de la que colgarse, que las casas de ahora ya no son como las de antes. Vamos, que te cuelgas de una lámpara del Ikea y, como mucho, te tuerces un tobillo en la caída.

Pero claro, si las multinacionales pretenden que la legislación les permita extender sus servicios a individuos que atraviesan por un mal momento personal y, por tanto, sí pueden ser mis clientes, ¿qué queda para los autónomos como yo? ¿tendremos que terminar trabajando a nómina para Dignitas S.A., EasyDeath Co. Ltd. o similar?

Por el bien de mi negocio espero que siempre haya clientes que prefieran un trato más familiar, una atención más personalizada que la que proporcionan estas cadenas deshumanizadas. Que no es lo mismo comprarle la fruta a la verdulera de la esquina que hacerlo en una gran superficie, en la que tú coges la piezas, las pesas, le pones la pegatina con el precio a la bolsa y no ves a una persona hasta que llegas a la caja. Pues con los suicidios, igual.

Si no, me veo aceptando casos en los que nunca he entrado y entonces pasaré a ser competencia directa de verdaderos sicarios como quienes me acompañan en este Clan.

Lo siento, chica y chicos, pero de algo hay que vivir.

viernes, 11 de abril de 2008

Nueva serie: Chicas malas (1)

Nunca me he creído esos cuentos chinos de que las mujeres somos ángeles bondadosos, mensajeras de la paz y criaturas celestiales. Quien diga eso, desde luego, no conoce a mi familia. Ni a mi familia ni la historia de la humanidad, pues no hace falta ser muy leída (yo no lo soy, desde luego), para toparse con señoras que asesinaron, arrasaron y sembraron el mal por doquier.

Así que, para demostrar que la maldad no tiene sexo, voy a ver si formo un grupito de malas malísimas y os las doy a conocer, u os las presento desde mi particular punto de vista, para que no olvidéis, señores lectores míos, que hay que tenernos miedo, mucho miedo.

No sólo hablaré de chicas malas, también meteré en el saco a algunas buenas que me caen bien, pero sin cambiar el título de la serie, porque si la llamo "Chicas buenas", no la lee ni dios.

Y para ilustrar esta entradita, os pongo una foto de Tokio Hotel, ese grupo extraterrestre que vuelve locas a las niñas de mi barrio y canta engendros cuyos versos acaban siempre en "you". Os preguntaréis qué tiene que ver Tokio Hotel con las chicas malas: pues que hasta hace cuatro días yo pensaba que el cantante era una de ellas.

martes, 8 de abril de 2008

Asunto familiar grave

Así recuerdo que acababan algunos avisos radiofónicos cuando todavía no existían los móviles. Ibas tranquilamente en el coche y, de repente, el locutor o locutora se ponía a buscar desesperadamente a algún conductor que debía establecer contacto con su domicilio por un asunto calificado como familiar y grave.

Tan familiar y grave como esto que sigue.

27 de octubre de 2002. Carlos Carrascosa regresa a su domicilio, en el country Carmel, una de esas exclusivas urbanizaciones protegidas por vigilantes privados que tanto abundan en Argentina.

Sube al baño. Su mujer, María Marta García Belsunce, yace muerta, desangrada y apoyada en la bañera. Si la urbanización está tan vigilada, nadie ha podido entrar ni salir sin ser observado, luego se trata de un accidente o el asesino todavía sigue dentro.

Cinco o seis orificios en la cabeza son muchos para que se trate de un accidente. Un casquillo de bala encontrado en el mismo baño parece concluyente, pero tal vez si se arroja por el inodoro… Después, tan sólo se trata de encontrar un forense dispuesto a firmar un certificado de defunción por accidente (resbalón en la bañera, por ejemplo), tapar el asunto lo antes posible si es preciso recurriendo a fiscales o jueces amigos y la familia al completo quedará, una vez más, a salvo.

Otro crimen impune, qué le vamos a hacer.

Hasta aquí, la realidad. ¿O la ficción? Aquí y aquí, más información sobre el caso.

Desde aquí, la ficción. ¿O la realidad? No sé, es lo que cuenta Raúl Argemí en su Retrato de familia con muerta, novela ganadora del II Premio L’H Confidencial y que acaba de publicar Roca Editorial.

Retrato de familia con muerta
Raúl Argemí
Roca Editorial

II Premio L'H Confidencial

domingo, 6 de abril de 2008

Bye, Bye


Charlton Heston
(1924 - 2008)

Touch of Evil