viernes, 25 de abril de 2008

Chicas malas (3): Melanie Daniels


Melanie Daniels era una pija locuela y gamberreta, que es la única especie de pija que me cae bien a mí. Sus locuras y gamberradas rozaban en ocasiones lo delictivo y por eso la habían medio emplumado (pájaros; emplumar; qué juego de palabras más pésimo) alguna que otra vez. Nada grave; de eso se encargaba su poderosísimo e influyente papá.

La señorita Daniels era descaradilla y echá palante, para el gusto de la buena sociedad de San Francisco, claro, porque en mi barrio habría sido una ursulina. Con todo, no se cortaba un pelo si tenía que mentir como una bellaca para conseguir sus propósitos y sus propósitos se llamaban Mitch Brenner, abogado, buen chico y musculitos. Melanie se colgó de él porque le dio cañita y lo persiguió hasta la casa de su familia, tras conducir como una loca un descapotable y manejar un bote con motor fuera borda con abrigo de pieles, falda de tubo y tacones. Que es un puntazo, quieras que no.

Melanie no fue bien recibida en casa de Mitch. Éste tenía a su alrededor una fortaleza inexpugnable construida nada más y nada menos que por: a) una ex novia pasiva agresiva; b) una hermanita pequeña huerfanita; y c) una madre loba recién enviudada con cara de vinagre y horror a que su adorado hijito la dejase sola. La santa madre, lectora habitual de la prensa cotilla, conocía a Melanie porque el verano anterior la habían arrestado por bañarse desnuda en una fuente de Roma. No es ésa la mejor tarjeta de presentación ante una potencial suegra.

Para colmo, coincidiendo con su llegada a Bodega Bay, los pájaros del pueblecito y alrededores se vuelven locos, se dedican a atacar a indefensos humanos y ya hay quien relaciona tal hecho extrañísimo con la pérfida e infernal Melanie y su pasado escandaloso.

Pero toda mujer, por malévola y demoníaca que sea, se redime mediante el sufrimiento. Y a Melanie le tocó sufrir un rato. Las gaviotas chaladas la picotearon sin piedad en todo el cuerpo, menos en sus hermosos ojos perfectamente maquillados. Sólo así se ablandó el corazón de su feroz suegra y consiguió que le sonriera un poquillo.

Aprended, pues, de Melanie, chicas malas del mundo y sabed que la mujer que no sufre siempre es sospechosa y que si queréis haceros pasar por virtuosas, no tenís más que fingir que lo vuestro es na más que de sufril y que de sufril.


PELÍCULA:
Los pájaros (The birds, EEUU, 1963)
Director: Alfred Hitchcock
Intérprete: Tippi Hedren

2 comentarios:

Ricardo Bosque dijo...

La verdad es que la pobre Melanie estaba gafada, porque un año después se transformó en Marnie y tampoco es que le fuera precisamente bien con los hombres (ni con las mujeres, ya sean madres o concuñadas).

Merche Verdugo dijo...

Ya lo dice Torrente: la culpa es de las madres, que... No sigo.